martes, 1 de marzo de 2016

#1 | Miedo versus Creatividad



Por Luz Lassizuk



¿Por qué no nos animamos a hacer un cambio radical en nuestras vidas? ¿Por qué, sabiendo que no estamos conformes con una situación, la toleramos? ¿Por qué esperamos que los cambios se den solos e instantáneamente en lugar de generarlos, arriesgarnos? ¿De dónde vienen los miedos que nos angustian y nos paralizan?

El cerebro humano está “programado” para la supervivencia. Sobrevivir en este mundo implica, en principio, optimizar los recursos para lograr resultados rápidos y efectivos. Ya sea salir a cazar para conseguir comida, escapar de un animal salvaje, tener éxito en los estudios o en los negocios, el cerebro busca siempre realizar aquellas acciones que sean más efectivas para conseguir lo que buscamos. Una vez que encuentra una “solución” intentará repetir el procedimiento una y otra vez, automatizarlo, con el objetivo de “hacer siempre el camino más corto”.

Así, tendemos a transitar los mismos caminos para ir a los mismos lugares (literal y metafóricamente hablando). Y, de ese modo, cada vez tenemos que “pensar” menos para realizar nuestras acciones. Ya sea elegir las calles por las que transitaremos, el restaurante en el que almorzaremos, el delivery al que llamaremos, la ropa que usaremos para una ocasión especial o incluso el trabajo que buscaremos o el viaje que realizaremos,  nuestro cerebro tenderá a hacer el camino más corto recurriendo a los “surcos” conocidos por él. Eso es exactamente lo contrario de usar el cerebro creativamente.

¿Por qué sucede esto? Porque cuando transitamos en terreno conocido no solamente “ahorramos” tiempo de pensar y optimizamos los resultados sino que también nos sentimos seguros. Así, lo conocido se transforma en nuestra zona de confort, nuestra zona de seguridad. Lo cual no significa que, efectivamente, lo conocido nos resulte placentero sino, simplemente, que al ser conocido sabemos cómo debemos actuar o se espera que actuemos.

Por ejemplo, un trabajo que no nos gusta, una pareja con la que no nos llevamos bien pero estamos hace tiempo, o un entorno que no nos estimula pero al que estamos acostumbrados forman parte de nuestra zona de confort. No sentimos placer pero al mismo tiempo, en tanto sabemos cómo funciona, lo que se espera de nosotros y lo que podemos esperar, nos es cómodo. Nuestra zona de confort es nuestra zona de comodidad, independientemente de que estemos o no a gusto en ella.

Salir de la zona de confort implica, ante todo, realizar un cambio en el modo de pensar. Dejar de transitar los mismos surcos de pensamiento a los que estamos acostumbrados y animarnos a crear nuevos caminos para transitar. Por naturaleza, nuestro cerebro sólo piensa de modos alternativos ante una amenaza o peligro concreto. Pero en condiciones normales, tendemos a repetir hábitos, a apegarnos a las costumbres. Ser creativo requiere, entonces, un esfuerzo.

Ser creativo consiste tener la capacidad de encontrar caminos alternativos a los  que estamos acostumbrados, tener ideas nuevas acerca de cómo enfrentar o resolver una situación, desarrollar nuevas formas de llevar adelante nuestros proyectos y, en general, nuestras vidas. Algunas personas utilizarán su creatividad para generar obras de arte, otras para aumentar las ventas de su empresa, otras para realizar inventos innovadores, y otras para renovar su presente, salir de su zona de confort.

En muchos casos, esta ruptura creativa con lo conocido nos atemoriza. Y el miedo es una de las principales causas de bloqueo creativo. ¿Por qué tenemos miedo? Porque, como ya se dijo, nuestro cerebro tiende a estar cómodo en lo conocido.

Lo desconocido da miedo, pero es en lo desconocido en donde encontraremos las pistas par el cambio que buscamos. Es sabido que seguir los mismos patrones de conducta conduce, en general, a los mismos resultados. Si sentimos que necesitamos cambiar algún aspecto de nuestras vidas (o todos!) no hay más remedio que adentrarnos en lo que no conocemos ni sabemos cómo resultará.

La cuestión es que, en el fondo, la zona de confort es una falsa zona de seguridad ya que en realidad nunca sabemos qué nos depara el destino. Nuestra realidad puede siempre cambiar de un día para el otro. Y el modo en que lidiemos con esos cambios dependerá de cuán creativos seamos.

¿A qué tenemos miedo? A fracasar, a tener éxito, a lo que piensen los demás, a lo que digan los demás, a que el esfuerzo no sea suficiente, a que no logremos la perfección, a no poder sostener lo que conquistamos. Todos estos miedos y pensamientos negativos provienen, en realidad, del temor a salir de nuestra zona conocida.

Para animarse a enfrentarlos y traspasar lo conocido para ir más allá, una buena técnica es pensar la vida como la creación de una obra de arte.

Cuando un artista se propone crear una obra, puede tener de antemano la idea de lo que quiere lograr, pero nunca sabe exactamente cómo será la obra al terminarla. Eso lo descubrirá en el proceso de creación. En dicho proceso irán sucediendo cosas, se le irán ocurriendo nuevas ideas, la obra se irá expandiendo, el artista corregirá lo que no le gusta, se animará a probar y cuando sienta que es el momento dará su obra a conocer, no sin saber que si tuviera más tiempo seguiría modificando la obra y/o que en la próxima obra que realice mejorará tal o cual cosa o utilizará tal o cual idea que surgió en esta creación. El proceso creador de un artista consiste en animarse a  ir camino a lo desconocido. Se suele decir que si el artista sabe exactamente cómo será su obra antes de empezar a crearla, esa obra ya está muerta antes de existir.

La misma idea puede aplicarse al ámbito de la vida de cada uno que necesite ser revisado, transformado. La creatividad es descubrimiento. Sólo animándonos a salir de lo conocido y dirigirnos hacia lo desconocido es que podemos aplicar la creatividad a nuestras vidas. En ese proceso, que es de búsqueda, surgirán nuevas ideas, intereses, obstáculos, que iremos una y otra vez eligiendo o no. Porque ser creativo, en el ámbito que sea, implica animarse a transitar y disfrutar del proceso.

Si no damos tiempo al proceso y esperamos que el resultado sea inmediato (y así pasar rápidamente de una vieja zona de confort a una nueva) probablemente nos frustremos y los miedos se renueven y hagan más fuertes. Los miedos son un intento del cerebro por volver a lo conocido. Es importante saber que si no los escuchamos y nos animamos a dar un paso más allá de lo cómodo, finalmente llegaremos a un nuevo lugar, con nuevas sorpresas, experiencias y desafíos que nos hará sentir vivos.

De cualquier modo, siempre es posible retroceder y volver a nuestra zona de confort. Lo difícil es animarse a salir de ella para conocer lo nuevo que nos espera.

Si tenemos el deseo de un cambio y lo desoímos, ese deseo volverá. Y, en definitiva, lleva más esfuerzo desoír un deseo que trata de hacerse escuchar, que intentar ir tras él y ver qué sucede en el camino.

Seguir el deseo lleva siempre a buen puerto, dicen por ahí. Ser creativo es, nada más ni nada menos, que animarse a escucharse a uno mismo y a descubrir nuevos modos de ser consecuente con ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario