Por Luz Lassizuk
La creatividad es una capacidad que todos tenemos desde que
nacemos. No es cierto que algunas personas nacen con la suerte de ser creativas
y otras no. De chicos, todos tenemos nuestra creatividad al alcance de la mano:
nos animamos a inventar amigos invisibles, a dibujar el mundo que vemos, a
inventar historias, a convertirnos en diferentes personajes, no tenemos miedo
al ridículo ni a cometer errores. Luego, a medida que vamos creciendo - y, en
gran parte, por la formación que recibimos (ya hablaremos de eso en próximos
artículos) – esa creatividad se va adormeciendo.
Es importante recordar, entonces, que la creatividad está
adormecida y que existen maneras de despertarla poco a poco, de recuperarla.
Aquí, algunas sugerencias para poner en práctica el “rescate
creativo”:
1.
Hacerte tiempo. Uno de los
principales enemigos de la creatividad es la sensación de que no tenemos tiempo
para dedicarnos a ella. Tendemos a priorizar las obligaciones “clásicas”
(trabajar, estudiar, etc.) como más importantes y tendemos a ocupar nuestro
tiempo libre a menos que no haya nada “urgente”. Es fundamental cambiar esta
forma de pensamiento. El tiempo creativo
es tan vital como las otras obligaciones. Es sabido que la creatividad
aflora en condiciones de armonía y relax más que en contextos de tensión. Por
eso es importante generar(se) espacios libres de obligaciones y preocupaciones.
Es imprescindible tomar esta necesidad al mismo nivel de importancia que las
otras. Un ejemplo interesante para pensar esto: entre los latidos del corazón
hay una pausa, un silencio. Cuando un médico ausculta al paciente, presta
atención a la presencia o ausencia de ese silencio. Si escucha el silencio
entre latidos, es signo de salud del corazón. El silencio (tiempo libre) es
necesario para mantenernos sanos. Así, es productivo organizar el tiempo de
trabajo y el de ocio. Una buena idea para lograr esto es agendarse el tiempo que dedicaremos a nuestra
tarea creativa. Sabemos que si esperamos a tener causalmente tiempo libre, es
probable que jamás lo tengamos. Por eso, organizar nuestro día dejando espacio
para tomar un taller de arte, leer, visitar un museo, dibujar, etc., nos permitirá
darnos un respiro entre tantas “obligaciones”. Es importante no esperar que se den las condiciones para dedicarnos a
despertar nuestra creatividad, sino crearlas. En este sentido, no es
conveniente pensar en términos de “todo o nada”, no es necesario tener mil
horas de actividades creativas en el día, pueden ser simplemente diez minutos,
media hora, lo que se pueda. Lo que importa es que podamos dedicarle un ratito
cada día, que podamos aprender a hacernos el tiempo. De a poco veremos que los
efectos de tener esos pequeños espacios creativos son tan grandes, que nos las
ingeniaremos para poder hacerles más y más lugar. Parafraseando el viejo dicho,
la creatividad viene creando. Por ello, es
importante hacer de la creatividad un hábito. En la medida en que genero
espacios de creación, exploración y experimentación por el mero hecho de
disfrutar de esas actividades, la imaginación se pone en funcionamiento y se
potencia a sí misma. De la misma
manera que los músculos se tonifican a partir del ejercicio, la creatividad y
la imaginación se expanden a partir de la práctica.
2.
Generarte espacios de nutrición creativa. Una vez que logramos hacernos el tiempo, tendremos que pensar en
cómo podemos aprovecharlo. Una buena idea para despertar nuestra creatividad es
nutrirnos de la creatividad que nos rodea. Visitar museos, leer libros de
ficción, escuchar música, o incluso realizar uno mismo distintas exploraciones creativas
como sacar fotos, dibujar, escribir un cuento, o simplemente observar
atentamente el mundo que nos rodea, son todas formas de nutrición creativa. Ser creativo es imaginar caminos
alternativos a los conocidos para abordar un tema. Cualquier actividad que
estimula la imaginación es aliada de la creatividad. Alimentar la imaginación
consiste en “salir a buscar” estímulos sensoriales (visuales, auditivos,
olfativos, táctiles y gustativos), sin ningún fin más que “guardar” esa
información sensible para que el cerebro pueda utilizarla cuando la necesite.
No sabemos en qué momento ni cómo toda esa inspiración saldrá a la luz, pero lo
que es seguro es que cuanto más nos nutramos de estímulos sensibles más rápidamente desarrollaremos nuestra
creatividad.
3.
Revalorizar el proceso frente al resultado. Nos educan desde chicos para valorar nuestros logros en relación
a los resultados, prestando poca atención al disfrute del proceso. En este
sentido, tendemos a intentar llegar directamente al resultado por el camino más
corto y expeditivo. En lo que respecta a la creatividad, el camino más corto es
el camino conocido. El apuro por encontrar una respuesta nos lleva a transitar
los mismos surcos de pensamiento a los que estamos acostumbrados. Para
encontrar respuestas creativas, y para estimular la creatividad, es fundamental
transitar por caminos nuevos. Es por eso que es preciso valorar el proceso.
Aprender a disfrutarlo, apreciarlo, darle tiempo. El resultado seguramente sea
más original que si transitamos el camino rápido. En relación a la velocidad en
la que vivimos actualmente, la solución para responder con rapidez (pero
creativamente) no sería acortar el camino, sino, generar previamente los
estímulos necesarios para poder tener más herramientas creativas a la hora de
resolver una cuestión. Despertar la creatividad es un esfuerzo que requiere
tiempo y dedicación, hay que tener paciencia.
4.
Generar un entorno apropiado para la apertura creativa. Los contextos armoniosos favorecen
el surgimiento de ideas creativas, las emociones negativas atentan contra la
creatividad. Dichos contextos abarcan tanto el espacio físico en que nos
movemos, así como también nuestro espacio más íntimo: nuestro cuerpo y nuestras
emociones. Conocer el propio cuerpo, aprender a escucharlo, poder relacionar
emociones con manifestaciones físicas, forma parte del autoconocimiento y la
apertura perceptiva necesaria para una apertura creativa. Nuestro cuerpo es
nuestra herramienta, nuestras emociones están íntimamente relacionadas con él. Es
importante experimentar diversas técnicas y descubrir cuál es la que funciona
para cada uno, sabiendo que generar un contexto externo e interno armonioso es
fundamental para ayudar a nuestra creatividad a florecer. Algunas posibles
herramientas para lograr dicha armonía (no es una receta sino simplemente una
sugerencia): meditación, yoga, mindfulness, trabajo corporal, escritura -de un
diario o registro de los pensamiento de cada día, escribir lo que nos pasa, sin
censura, genera una sensación de limpieza en los pensamientos y las emociones y
una sensación de tranquilidad-, actividades artísticas, paseos al aire libre,
contacto con la naturaleza. Todas estas sugerencias se basan en la afirmación
de que “toda técnica o disciplina que te
permita conocerte más, desarrollar tu inteligencia emocional, te hace
literalmente, según la ciencia, más creativo. (…) Tener revelaciones creativas
requiere poder escuchar señales muy sutiles y permitirle al cerebro hacer
conexiones internas. Para esto la mente debe estar lo más calma posible.”[1]
5. Apagar el pensamiento
racional por un rato, dejarse fluir. Si buscamos despertar nuestra creatividad, es importante que
estemos atentos a no censurarnos en nuestro intento. La clave del pensamiento
creativo es no bloquearse o censurarse a uno mismo, sino estar abierto,
dispuesto a explorar y a descubrir. Por eso, una aliado en nuestra búsqueda
creativa será el animarse a improvisar, a “equivocarse”, a sentirse libre, a
vivir nuevas experiencias, a inventar. El “cerebro creativo” se alimenta de
todas estas acciones, y cuánto más espacio le dejemos, más crecerá. Por el
contrario, el “cerebro racional” disfruta organizando, estructurando,
corrigiendo y todo esto es lo contrario del fluir creativo. Ambas funciones del
cerebro son importantes, pero es preciso darle a cada una el espacio y tiempo
adecuados. Un escritor no puede empezar a corregir una novela si primero no se
ha dado la libertad de que su escritura fluya creando mundos imaginarios sin
censura previa. Una vez que su imaginación (creatividad) a generado
innumerables opciones, su racionalidad las pondrá en orden, las estructurará,
las corregirá para obtener como resultado la novela. Del mismo modo, en nuestra
búsqueda del despertar creativo, deberemos primero dar rienda suelta a nuestra
imaginación para entrenarla y despertarla. El sistema educativo en el que nos
formamos, generalmente se ha preocupado por desarrollar nuestro “cerebro
racional”, no debemos preocuparnos ya por eso. Lo que nos ocupa ahora, es
desarrollar nuestro “cerebro creativo” y para eso es necesario dejarlo libre,
permitirle expandirse y ver hacia dónde nos lleva.
"No se riega un jardín de una vez para siempre sino que hay
que regarlo a diario: lo mismo con la imaginación.”[2]
En la búsqueda por recuperar la creatividad que todos tenemos, y
que con el tiempo se ha bloqueado o anulado, debemos saber que lo importante es
la perseverancia. No veremos los resultados de un día para el otro, sino que
tendremos que aprender a disfrutar del florecer paulatino de nuestra capacidad
de crear. Por supuesto que ello conlleva un esfuerzo y que en el intento
aparecerán muchos “enemigos” (internos y externos) que querrán persuadirnos de
que no vale la pena. Sin embargo, iniciar un camino de descubrimiento de
nuestra creatividad, es también descubrirnos a nosotros mismos. Animarse a
realizar ese recorrido es en sí mismo la recompensa.
[1] Bachrach. E., Ágilmente.
[2] J. C. Carriere – Bonitzer, Práctica del guión cinematográfico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario