lunes, 8 de junio de 2020

Ahora





Teo duerme en mi regazo.
Mi cuerpo, quieto, atrapado en el sillón.
Sus manitos se mueven cada tanto, lentamente, rozando el aire y dibujando líneas invisibles
Lo veo dormir.
Pasa el tiempo.
Pienso en todo lo que haría si me pudiera mover.
Ahora
haría cosas.
Las cosas de antes.
O incluso dormir,
que es algo de antes.
Pero ahora,
ahora es siempre ahora.
Estoy acá.
Con él.
Lo miro.
El tiempo pasa distinto.
Y
podría moverme en realidad pero
elijo la quietud para verlo.
Pienso
que eso
es también lo que pasa en mi vida ahora.
Ahora,
ahora mismo
elijo quedarme quieta.
Ponerme en pausa.
No hacer las cosas de antes.
Para mirarlo a él.
Dormir.
Jugar.
Reirse.
Descubrir el mundo.
Y me angustia la quietud
porque siempre pienso que es mejor el movimiento
pero ahora.
Ahora.
Quiero mirar a Teo.
No perderme nada de él.
Y también ahora,
Ahora me extraño.
Extraño la vida de antes
que todavía se pelea con esta vida
que le sacó su lugar.
Y aun así ahora.
Ahora
están las dos vidas acá,
la yo de ahora y la de antes
en este sillón,
atrapadas,
mirando a Teo que duerme,
que hace una pausa en su vida
porque su tiempo es infinito 
y una pausa no es gran cosa.