martes, 1 de marzo de 2016

Entrevistas Inspiradoras: Soledad Allami

El trabajo creativo, sea en el área que sea, siempre es a la vez maravilloso y terrible. Maravilloso cuando las ideas fluyen sin parar, cuando la creación nos guía, cuando entendemos claramente cuál es el camino a seguir y nos dejamos llevar por el proceso placenteramente. Terrible cuando aparecen los bloqueos, los miedos, las inseguridades, e incluso los avatares económicos.

En este recorrido de expansión creativa siempre resulta inspirador conocer cómo otras personas llevan adelante sus procesos creativos, cómo lidian con los obstáculos que se les presentan, cómo piensan la creatividad y cómo se piensan a sí mismos como creadores.

De la curiosidad de saber cómo se llevan otros con sus vidas creativas, nace esta serie de entrevistas – que serán publicadas en diferentes ediciones – para escuchar las voces de otros, inspirarnos, darnos aliento y seguir pensando la creatividad como herramienta de transformación del mundo y de nosotros mismos.

Con ustedes, SOLEDAD ALLAMI



¿Cuál y cómo fue tu primer contacto significativo (por positivo o negativo) con alguna actividad creativa?

Si bien mi familia no es una de esas en las que abunden los artistas o para las que la actividad artística sea un valor en sí mismo, desde bien chica me incentivaron para que tomara clases de danza. Y a mi me encantaban. Hacía danza y gimnasia deportiva todos los fines de semana y dos veces durante la semana. Lejos de entender que se trataba de una actividad creativa, bailar era para mí algo inevitable, lo disfrutaba mucho, no faltaba nunca a las clases y me esmeraba por aprender todos los pasos y todas las coreografías. Pensándolo desde ahora, había algo de tanto disfrute para mi en esas actividades que excedía lo performático. Yo era una nena muy inquieta, tenía mucha energía y necesitaba moverme, y creo que bailar era la mejor manera de aprovechar esa energía disponible. Las clases de danza solo las interrumpí cuando comencé la secundaria porque iba al colegio a la tarde y mis horarios comenzaron a ser más complicados. Pero en cuanto terminé el colegio volví a retomarlas, y desde entonces sigo bailando.

¿Qué lugar ocupa la creatividad en tu vida hoy? ¿En qué consiste tu trabajo creativo?

La creatividad ocupa un lugar importante de mi vida actual. Soy fotógrafa y trabajo tanto artística como comercialmente en ese ámbito. Además de mis fotos personales, trabajo para revistas, agencias de publicidad y diseñadores de indumentaria, todos ámbitos en los que las ideas se proponen y comparten en el equipo y se van desarrollando en distintas etapas hasta llegar a las imágenes finales. Por otro lado doy talleres de fotografía y aunque no sea tan evidente, la creatividad también ocupa un lugar fuerte en el diseño de las clases y actividades de cada taller.
Sigo sin poder y sin querer dejar de bailar, y ese sigue siendo mi cable a tierra, el lugar por donde conecto con mi cuerpo y por donde investigo otra clase de lenguaje y de expresión.


¿Consideras que hubo un momento en tu vida en que saliste de tu zona de confort y diste un salto a lo desconocido? ¿Cuándo y cómo te fue?

Creo que cuando uno se dedica a una actividad ligada a la creatividad los saltos a lo desconocido se dan más frecuentemente de lo que uno puede imaginar. Recuerdo algunos momentos clave en los que sentí la necesidad de generar vías de salida de mis lugares más cómodos, que en principio me dieron miedo, pero que luego comprobé que eran necesarios y hoy los agradezco.
El primero fue a mis 22 años, cuando en la mitad de la carrera de Sociología decidí que quería darle espacio a un asunto que me había quedado pendiente: continuar estudiando fotografía. Había hecho un curso introductorio cuando terminé el colegio, junto con el ingreso a Sociología. Tres años después sentí una necesidad fuerte de retomar eso que se me había abierto con el curso de foto. Y me anoté en una escuela para seguir investigando en el lenguaje fotográfico. Ese fue el primer salto. Y tan fuerte fue que si bien terminé la carrera de Sociología casi al mismo tiempo que la de fotografía, solamente me dediqué a esta última.
Tiempo después di un nuevo salto: dejé mi trabajo de secretaria en un estudio de diseño para dedicarme a ser asistente de fotografía. Me costó, porque al principio pensé que iba a tener un trabajo que al final no salió, pero de a poco fui organizando una agenda de colaboraciones y asistencias freelance que me permitieron mantenerme y seguir aprendiendo desde adentro mismo del oficio.
Un nuevo salto fue cuando, ya trabajando como fotógrafa, me di cuenta que no me alcanzaba solo con “trabajar” de eso y empecé a buscar talleres para explorar mi lenguaje más artístico y personal. Y ahí empecé a asistir al taller de Guillermo Ueno y más tarde al de Ignacio Iasparra, gracias a los cuales fui encontrando qué es lo que me mueve a fotografiar, qué sentido tiene la fotografía en mi vida, qué expresan mis fotos, qué quiero decir a través de ellas.



¿Qué bloqueos o dificultades encontrás para tu creatividad? ¿Qué herramientas usás para evitarlos?

Los bloqueos son tan inevitables como los saltos a lo desconocido. La actividad creativa requiere que uno mantenga abierto ese canal de conexión con uno mismo que a veces, sumergidos como estamos en la vorágine del día a día, se ve interferido.
Cuando trabajo en equipo los bloqueos no son tan frecuentes y se producen sobre todo luego de largas jornadas de trabajo, más por cansancio que por otra cosa. Pero en mi trabajo personal, lo cierto es que muchas veces paso largos ratos sin hacer fotos. A veces esto sucede porque la actividad comercial se come la artística sin dejarle espacio, y a veces por pura resistencia, por “no saber qué fotografiar”. Siempre que entra el “saber” en el medio, yo tiendo a sospechar de que hay un bloqueo en puerta. No sé qué fotografiar? No importa que no sepa, es más, mucho mejor! Lo que importa es fotografiar. Después vemos qué sale.
Lo cierto es que todavía no sé bien cómo evitar los bloqueos. Lo que si aprendí es a no desesperar cuando los reconozco. Solo escucharlos, y quizás poner un poco de voluntad y hacer fotos porque sí, aunque sea con poca expectativa de resultados, solo para pasar el rato amargo de sentirme bloqueada y que luego se libere esa presión y dejar que algo nuevo aparezca. Por lo demás, algo que me sirve mucho es estar en contacto con distintas expresiones artísticas: leer, ver obras de teatro, ir a museos, a muestras, para encontrarme con cosas que me nutran, que me den ganas de investigar, que me inspiren…

¿Cómo combinás tu actividad creativa con la necesidad de generar dinero para vivir?

Trabajo comercialmente y gano dinero dedicándome a la fotografía de moda y publicitaria, al mismo tiempo que intento no descuidar mi producción artística. Si bien no es lo mismo, mi actividad comercial es creativa, y todo el tiempo me desafía a encontrarle el lado por el que mi mirada es distinta a las otras, aunque no sea el lugar por el que más me exprese personalmente. Por otro lado, la docencia es un espacio que supone altas dosis de creatividad, sobre todo cuando trabajo con adolescentes, que se aburren rápidamente y necesitan un estímulo constante desde el armado de las actividades y clases que les propongo. Así que en mi caso la actividad creativa y ganar dinero van de la mano, aunque el espacio de mayor expresión personal que encuentro no sea el que me de dinero. No por ahora, al menos.


¿Cómo es, en general, tu proceso creativo? ¿Identificás algunas etapas que se repiten siempre?

En mi fotografía artística, no puedo identificar una forma de trabajo que se repita siempre igual. Sobre todo porque no suelo trabajar con temas prefijados con anterioridad a hacer las fotos. De hecho muy pocas veces voy a hacer fotos con una idea previa de lo que quiero hacer. Trabajo más bien con situaciones cotidianas. La fotografía me ayuda a entender la vida y me permite quedarme con algunos momentos, algunas personas, sensaciones, luces, que me son significativas. Lo que si ocurre inevitablemente luego es el trabajo de edición. La forma en la que el material final se muestra sí requiere de un trabajo de unir las imágenes unas con otras, armando cuerpos más o menos homogéneos, que dependiendo de la ocasión después formen una muestra, un libro, un fanzine, una serie.
En mi trabajo comercial, siempre hay una idea planteada con anterioridad, que por lo general trae el cliente que me contrata, al que yo le devuelvo mi interpretación y mi aporte, para llegar juntos a un concepto que es el que vamos a intentar transmitir desde la campaña fotográfica, y que luego se va a integrar al diseño que se le aplique. Es un trabajo más en equipo, en el que mi mirada es una más que aporta al resultado final.

¿A qué personas creativas admirás?

Admiro en general a las personas que están abiertas a experimentar en su vida cotidiana, sea grande o chico ese ámbito de experimentación, profesionalizado o guiado por pura voluntad y necesidad de conocerse más a sí mismos. Por eso me gustan los artistas que a través de su arte entienden el mundo que los rodea, que se plantean preguntas desde sus composiciones e improvisaciones, desde sus cuerpos o sus miradas sobre su entorno.
Maestros e inspiradores son para mi Guillermo Ueno y Nacho Iasparra en el ámbito de la fotografía, y en el de la danza Leticia Mazur, Juan Onofri y Marta Lantermo.


Algo más sobre Sole

Es fotógrafa, socióloga y estudiante de astrología.
Su actividad comercial como fotógrafa de moda y publicidad convive con su trabajo artístico: participó de numerosas muestras colectivas y actualmente forma parte de Asociación Causal, un colectivo de fotógrafos.
Coordina el taller de fotografía para adolescentes en el Colegio de la Ciudad y dicta talleres particulares en su propio estudio en Buenos Aires.

Podés ver sus fotos acá:

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