viernes, 24 de julio de 2020

Cambiar de paisaje




Mi lista de cosas que extraño está encabezada por "Cambiar de paisaje". Aunque sea un ratito, viajar, mirar por la ventanilla, sentir el viento fresco en la cara, caminar sin tiempo, perderme antes de volver. Cada día me escapo un momento en mis pensamientos para darme aire, darme fuerza. Pienso o, más bien, me asaltan los pensamientos, en cómo será el después de todo esto. Mi imagen de fin de cuarentena es así: todxs corriendo al parque, a un gran parque, a abrazarnos con todxs, con la familia, lxs amigxs, lxs vecinxs y lxs desconocidxs también. Y que el abrazo dure un rato, el contacto cercano. Y que después todxs bailemos al son de una música que suena en el parque y que pase el tiempo entre danzas y el sol nos ponga color en la cara y que, entre sonrisas, se haga de noche y bebamos y bailemos. Hasta que llegue el nuevo día y, cansados, nos recostemos en el pastito, uno sobre otro, como animales durmiendo y dándose calor. Y al despertar, la nueva vida. Lista para ser descubierta, con olor a jazmín chino volando en el aire y sonidos de pájaros y cada quien regresando de a poco a su casa a bañarse, a comer, a cambiarse la ropa y a volver al parque más tarde para estar cerca de nuevo porque así se ha decretado, porque así salió en el diario y en la web y en las app de cuidado: "acercamiento social permitido y satisfactorio."
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A mi querida Margarita





De alguna manera, cada día, entro a las redes a buscarla, como si solo fuera una cuestión de paciencia, como si tarde o temprano - de tanto ver fotos, videos, leer poemas, poner me encanta en los posts sobre ella - en algún lugar, alguien, alguna burocracia del más allá, decidiera admitir que se han equivocado, que ha sido todo un error, que mil disculpas por las molestias pero que no, que Margarita no puede no estar más en el mundo, que se la necesita, que se la quiere con locura. Tal vez de tanto multiplicarla en esta virtualidad, de tanto hacerla aparecer en la memoria, de tanto nombrarla, de tantas palabras escritas para ella, alguna burocracia del más allá se esté reuniendo ahora, en una mesa larga y ovalada a definir cómo hacer, cómo devolverla, devolvérnosla, sin levantar mucho la perdiz, porque devolver a personas del más allá no está de acuerdo a las reglas. Imagino que estarán esos que siempre están, que dicen que no puede cambiarse nada, que lo hecho hecho está. Y estarán también los otros, los que nos verán aquí, en este mundo, llorando, extrañandola, haciendo rituales personales, levantando altares públicos y privados, estarán esos, digo, que nos tendrán piedad, que pensarán, como yo pienso, que no es justo hacerle tanto daño a tanta gente. Y levantrán sus manos esqueléticas para decir que sí, para votar a favor de que Marga regrese. Tal vez, en este momento están debatiendo, y habrá algunos indecisos también. Y yo imagino, o deseo, o necesito creer que si hacemos ruido, que si seguimos multiplicándola, si la llamamos, si gritamos y lloramos fuerte, esos burócratas del más allá van a decidir que sí, que la mandan de vuelta. Porque además, ya Margarita se estará encargando de hacer estallar las cabezas de unos cuantos allá y es sabido que si algo quiere la muerte es que se descanse en paz. 
Entonces, otra vez va a sonarme el teléfono pero ahora para decirme que ya pasó el viento del desamparo, que Rosa o Muerte, que hagamos un invento, que la revolución sigue siendo un sueño eterno. Que Marga sigue siendo.