jueves, 12 de julio de 2018

Cerdos



El dueño de este campo está haciendo negocios en la ciudad. Las personas con mucho dinero son así, siempre están haciendo negocios en alguna parte. Luis, el peón principal, quedó a cargo de todo mientras está ausente el patrón. Luis es joven pero no tanto. Hace tiempo se dedica a criar a los cerdos. Los ve nacer, los cuida, los alimenta, se ocupa de que crezcan bien y finalmente se encarga de matarlos y convertirlos en carne para la venta. Hace años que vive en este campo y se dedica a lo mismo. Hoy Luis, está sentado junto a un árbol llorando. Días atrás tenía nuevamente que carnear a uno de los cerdos. Agarrarlo de las patitas aunque llore y grite, degollarlo sin piedad y esperar que se desangre solo. Pero no pudo. El cerdo elegido esta vez no lloró, no se resistió, no se movió siquiera para intentar salvarse. Luis sorprendido miró al cerdo a los ojos. Sintió que tenía la inocencia que todos los animales tienen en la mirada. Y el cerdo lo observó. Luis sintió que en esos ojos se expresaba algo así como un grito de justicia, ¿Por qué? ¿Por qué?, parecía gritar mudamente el cerdo. Luis creyó que esa pregunta no era sólo del cerdo, que la pregunta porcina se transformaba en su propia pregunta. ¿Por qué lo haría? Sintió la necesidad de abrazar al cerdo, abrazarlo fuerte, como un padre abraza a un hijo cuando lo ve llorar. El cerdo aceptó el abrazo y Luis se dio cuenta de que tendría que irse de allí.
Ahora, sentado junto a un árbol llora por todos los cerdos que mató, por toda la sangre de la que es responsable. Y piensa en que todavía puede salvarse y salvar a sus cerdos. Piensa que después de todo los vio nacer, los alimentó, los cuidó y nunca vio a ninguno de ellos morir de viejo. También de viejo quisiera morir yo, piensa, en algún lugar muy lejos de este campo.


Fragmento. Zoom. Luz Lassizuk. 2013

Acerca de los rituales en el arte



(Texto escrito a propósito del estreno de "El tiempo hecho añicos", obra de música experimental de Ezequiel Menalled, con textos y visuales de Luz Lassizuk)


Mientras miro a los técnicos y a lxs otrxs artistas preparando el montaje siento una emoción enorme. Siempre me pasa igual en los montajes y antes de cada función de todas las obras que hice. Hay un momento en que me abstraigo de la tarea, del apuro, de los nervios, de las decisiones, de las soluciones y miro la escena desde afuera y pienso: esto es hermoso, todxs preparando la magia como una sorpresa para regalarle a otrxs. La previa de una función tiene la magia y el amor de quien prepara un regalo sorpresa. Y eso vale todo. Y hoy me pregunté también: "por qué lo hacemos? Por qué nos importa esto que no le importa a casi nadie?" Y pienso que es porque crear esa magia es lo que nos hace sentir vivxs, nos hace seguir creyendo que no está todo dado, todo determinado, sino que todavía pueden existir sorpresas, todavía pueden valer la pena los rituales y los regalos y todavía podemos encontrar belleza en medio de lo horrible del mundo. 
Y que todo eso pase porque nos juntamos con otrxs tanto a crear como a compartir las creaciones es lo que termina de dar sentido a todo. 

Mañana estrenamos "El tiempo hecho añicos" y estoy feliz y me siento de fiesta. 
Que viva esta magia siempre!

Ph. Soledad Allami

Querido invierno





Querido invierno:

No hacía falta esto, yo que siempre te quiero y hablo bien de vos y mal del verano...
Tengo 30 dosis para que resolvamos esto de la mejor manera posible y sin rencores. Tengo una obra que estrenar en Septiembre y algunas otras cosas que también me gustaría hacer como salir a andar en bicicleta, ir a ver obras de teatro sin miedo a toser en la función, poder grabar audios de whatsapp de corrido. Me gustaría que podamos encontrar el modo de convivir pacíficamente. Creo que el amor que nos tenemos vale la pena el esfuerzo por llevarnos bien este año. Sé que es un año difīcil para todos, pero bue...
Te pido que lo pienses y que volvamos a conversarlo en 29 días. Que recuerdes todas las veces que viajé atravesando océanos solo para ir a buscarte y estar cerca tuyo todo el año. La mayoría de las personas desearía vivir un verano eterno. Pero yo no. Yo te quiero a vos, incondicionalmente. Me gusta todo de vos: usar pulloveres de lana, bufandas, guantes, tomar bebidas calientes (sobre todo café), dormir con pijama y muchas capas de frazadas, que salga humo por mi boca y se me ponga colorada la nariz, me gusta sentir tu frío al sol, tomar y cocinar sopas, las duchas de agua caliente. Te agradezco que seas la excusa perfecta para disfrutar de los abrazos al sol, de los abrazos en la cama, de las tertulias de mujeres cerca de la estufa, de mi gato acurrucándose en mi regazo o a los pies de mi cama.
Confío en que vas a saber comprender y revisar tu actitud. El médico dijo que vuelva en un mes para hacerme unos estudios y ver cómo estoy. Para esa época nos va a quedar todavía más de un mes juntos y me da ilusión pensar que vamos a poder compartir ese rato de felicidad plena antes de que lleguen las alergias primaverales.
Te pido disculpas si hice algo que te hizo sentir mal. Es verdad que a veces cuando la gente se queja del frío contesto que sí, que qué barbaridad. Pero no es lo que siento realmente. Vos lo sabés. A mí no me gusta quejarme de vos, lo hago solo para seguirles la corriente. 
Te re quiero, invierno. 
Hasta el cielo polar.
Hablamos en un mes.
Te mando un abrazo, de esos complicados de dar por tantas capas de abrigo.
Luz.

(Julio 2018)